viernes, 27 de enero de 2012

SIMPLEMENTE YO

 


Yo sabía que era el mejor, desde muy tempranito
pues la gente decía: “Ya verás pero espera un poquito”.
 Pero jamás me dijeron en que quedaría ese cuento
al enfrentarme a un jugador de mayor talento.

En el patio de atrás, soy el rey de las chanchas,
pues encesto canastas, estando a mis anchas.
Pero de repente tengo al frente un jugador
que al parecer no sabe que soy el mejor.
 
La presión me consume, mientras busco la red,
mis pases, sin duda, podrían traspasar la pared.
Los saltos se quedan cortos, me falla el dribleo,
el pulso me tiembla, la canasta no veo.
 
La culpa es de los otros, desperdician mi talento.
La culpa es del entrenador, su plan es un esperpento.
La culpa la tiene ese tipo que dice ser juez
La culpa no es mía, yo soy el mejor, ¿acaso no ves?

Hasta que al fin comencé a entender
cuando el reflejo de mi rostro en el espejo pude ver,
que mis compañeros no eran unos incompetentes
y que mi entrenador planeaba jugadas inteligentes.

Ese rostro del más grande, que yo veía en el espejo
podía mejorar y dejar de ser del odio el reflejo.
Entonces, sin culpar a los demás, comencé a crecer
y de inmediato en mi juego mejoría pude ver.

Descubrí que tenía magníficos coequiperos
y aprendí a confiar en mis compañeros
Ahora me aprecio más, no veo espejismos,
no soy el mejor, sino yo mismo.


Tom Krause

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